Descubriendo un espacio virtual en el interior del cuerpo se genera un espacio virtual en su exterior. En el contacto se visualiza el abrazo, y al terminar, se configura su huella, su forma de remanencia. El espectador-interactor es invitado a abrazar un torso semitransparente. Una cámara en su interior registra el abrazo. La información se traduce digitalmente. La situación ambiental (imagen y sonido) evoluciona respondiendo a la manera en que se desarma el abrazo, variables kinéticas e información anatómica. Estos cambios son también percibidos por los espectadores no interactores que devienen testigos de una obra que se reconstruye en cada abrazo.